jueves, setiembre 20, 2012

ESBOZO DE UNA REFLEXION EN TORNO AL SER HUMANO: SU CONDICION ACTUAL Y SU REALIZACION


   
Por Pedro Rodriguez Balladares

...la esencia humana no es algo abstracto
 inherente a cada individuo. 
Es, en su realidad, el conjunto
 de las relaciones sociales.    
K.Marx. Tesis sobre Feuerbach      

  I. A MODO DE INTRODUCCION: IMPORTANCIA.   

La presente  exposición trata  sobre un tema abordado por la antropología filosófica y responde a la propuesta hecha por el TAFIDEP  para  la presente jornada, la cual es, tratar sobre   “La realización humana”. Sin duda, es un tema que en  la época actual, a pesar de no ser considerado un problema dominante (como son considerados los temas epistemológicos, políticos y éticos) estimo, debe ser  punto de reflexión obligado. Ello a pesar de que no vivimos los problemas del siglo XIX, de las guerras mundiales o de la guerra fría (contextos en los cuales era arduo y explicito el debate antropológico).  Hay diversas razones para no abandonar este debate.            
Entre  las razones que juzgo importantes puedo mencionar tres. La primera es que  tras cualquier teoría o reflexión acerca de la sociedad, la política y el Bien, se encuentra implícita una concepción acerca del hombre. Es él quien  constituye la sociedad, hace política y actúa moralmente. Así, en  la época moderna se funda y se desarrolla el liberalismo como ideología que legitimó el sistema económico-político imperante, ella  también parte  de una determinada concepción del hombre y su realización. En la actualidad, a pesar de haber pasado por décadas en las cuales se trató de limitar y mitigar las consecuencias que significó la aplicación de medidas económicas y políticas de corte liberal, se presencia un regreso – y replanteamiento --  a las tesis de los clásicos liberales, expresado en la doctrina neoliberal. Esta última, así como toda ideología económica-política, también tiene entre sus presupuestos – de modo explicito o implícito—una determinada concepción del hombre y la sociedad.  En segundo lugar, desde los inicios del capitalismo hasta ahora se ha dado un gran desarrollo de las  “las fuerzas productivas”, por ende  un vertiginoso aumento en la capacidad de la producción. Ello constituye la  materialización y expresión clara de aquello que desde inicios de la modernidad se buscó; el saber como poder y el poder para hacer. Es decir el dominio del objeto por el sujeto. Lo anterior se manifiesta  en los grandes avances que se ha logrado en la ciencia, la técnica y la tecnología, y su aplicación en la producción material, lo que viene a constituir  la realización  práctica del avance del conocimiento  que va obteniendo el hombre sobre el mundo. Este dominio como tal, sobre todo en el proceso productivo,  se ha ido haciendo cada vez más racionalizado y controlado, aunque no digamos lo mismo de sus consecuencias. En consecuencia, todo esto ha  influido en el hombre y ha ido transformando su forma de vida, de modo individual y colectivo. De ahí que muchos teóricos hablen de una “segunda modernidad” o una “Sociedad del riesgo”.
 En tercer lugar, como consecuencia de tal desarrollo, mencionado en el segundo punto, encontramos el proceso de expansión y posicionamiento de un sistema económico, social, político e ideológico: el capitalismo. Este se presenta con una clara pretensión  universalista y homogeneizadora que influye e influirá en las distintas valoraciones y elecciones de la vida práctica  del hombre, determinando y diferenciando su estilo de vida.  Dicho proceso ha sido denominado, por teóricos y estudiosos, como globalización.  El afán homogeneizador y universalista con el que se presenta el capitalismo actual, como hijo de la modernidad occidental, ha traído consecuencias y problemas sobre los que reflexionar. Uno de estos problemas es el que surge como resultado de la expansión de esa lógica de “intercambio de bienes o mercancías” llevada a todos los niveles de vida del hombre, que llega a cosificar la dimensión de lo humano, sus relaciones y todo lo que tiene conexión con ello, es decir: el hombre en su integridad y sus relaciones sufren un proceso – que continúa más aun en la actualidad --  de reificación o cosificación. Asimismo, esta expansión también ha generado y agudizado las contradicciones  económicas, sociales, políticas  y éticas entre el capitalismo y diversos pueblos del mundo. Contradicciones que en muchos casos se ha pretendido reducir tan solo a un problema meramente  cultural  y  filosófico.
Con respecto al ultimo punto, cabe resaltar la importancia de reflexionar sobre el hombre y su realización,  puesto que a través de la historia, sobre todo en la época moderna,  muchas veces se ha estudiado y evaluado al hombre con criterios propios de la filosofía y la cultura occidental,  considerando inferior y hasta  negando  humanidad a todo ser humano que haya vivido  enmarcado fuera de la realidad económica, social y cultural de occidente; es decir  fuera del sistema capitalista. En resumen, lo que pretendo afirmar es que  la reflexión acerca del hombre, sobre todo su realización y/o  liberación – emancipación, tiene mucha importancia para la época actual, dado los puntos antes mencionados. 

II.            CIERTOS LINEAMIENTOS. A MANERA  DE MÉTODO
No es posible observar la realidad con una total neutralidad,  como si nuestra mente se posicionara frente a ella, buscando aprehenderla, con total vaciedad; es decir con una mente en blanco. De ello fue consciente Karl Popper por eso consideró que toda investigación y/o reflexión parte de una “tabula plena”, es decir de ciertos presupuestos  o ideas previas, que buscamos confirmar o desmentir, defender o cuestionar. Entonces, en función a ello,   hay dos puntos de suma importancia que nos permitirán alumbrar mejor – así  lo considero— el presente tema y su problemática, pues nos servirán como premisas metodológicas, estos son: materialidad e historicidad. Es decir, que para una mejor comprensión de un asunto hay que considerarlo y estudiarlo en su proceso material e histórico, ello como punto de partida y aspecto principal de la cuestión. Pues todo hombre no se pone en contacto con la naturaleza y la sociedad de modo abstracto, sino por el contrario lo hace de manera concreta, ya sea para transformarla o comprenderla. Asimismo entiéndase por   historicidad  a la cualidad que toda cosa, cuestión o persona pueda presentar siempre y cuando sea parte de la historia.  Ello no nos debe a llevar a conclusiones insuficientes como  “el hombre no tiene naturaleza, tiene historia” o “el hombres es producto de sus circunstancias” las cuales parten, forzosamente, de concebir al hombre como un ser pasivo. Más por el contrario, se trata de comprender al hombre como lo que es, un ser transformador, un ser activo, pero a la vez un ser  transformado históricamente. Un ser que con su acción no solo transforma la realidad sino que con ella se esta  transformando a si mismo. Es decir, toda cuestión histórica  lo constituye la transformación del hombre.  Ello no discrimina los aspectos no materiales en la dimensión humana. Pero, a pesar  que la realidad humana se ha manifestado de diversas maneras, estos dos aspectos  han sido y son universales. Tampoco podemos caer en tratar de considerar las condiciones materiales del hombre alejadas de su cualidad histórica, ni mucho menos buscar lo histórico en si mismo alejado de su aspecto material. Entre ambos aspectos hay una relación que solo puede ser comprendida si la consideramos en su dinámica y dependencia mutua. Por todo ello, no es posible comprender la realización humana mientras no se considere al hombre como lo que es, un ser social; es decir como aquel conjunto de relaciones sociales que establece en una etapa históricamente determinada.

III.          DELIMITACION DEL TEMA Y SU PROBLEMÁTICA.
 Partiendo de la idea de que toda  reflexión sobre un determinado asunto no empieza de cero, sino, por el contrario, de ciertos supuestos, la reflexión sobre la realización humana  presupone cierta noción acerca del hombre; su procedencia, su naturaleza y  su condición actual.  En ese sentido, no se puede señalar o determinar la situación actual del hombre sin tener como criterio previo una idea acerca de su naturaleza, ni de ésta – aunque no necesariamente – sin  suponer una noción sobre su origen;  puesto que toda determinación es a la vez exclusión e implica a su vez el uso de por lo menos un criterio. Asimismo,  las respuestas a las preguntas sobre el problema del  hombre han  ido variando a lo largo de la historia; en contextos y filósofos. Entre ellas,  tenemos por ejemplo, la concepción naturalista, la existencialista, la historicista entre otras. Sin embargo no es mi objetivo realizar una exposición detallada sobre las diversas teorías antropológicas que han existido en el devenir de la historia de filosofía. Pues ello escapa de los límites y al interés de la presente exposición.
 El mundo habitado por la especie humana es un mundo plural. Esta constituido por una multiplicidad de culturas, de puntos de vista diferentes sobre la realidad. Siempre lo hemos sabido; pero ahora la conciencia de esa pluralidad se acentúa porque estamos viviendo el despertar de una ilusión (LUIS VILLORO. Pág. 185). Pero, la pluralidad no se agota en lo cultural, también se manifiesta en la forma de vida de cada singularidad en el mundo.  

Teniendo en cuenta “la conciencia de esa pluralidad”, quiero dirigir mi reflexión  en torno al hombre y la concepción sobre éste a partir de la época moderna y el capitalismo.
A medida que el hombre participa de diversas condiciones históricas, la concepción de éste va cambiando o  revolucionando. Ello sucede con la visión moderna del hombre. Esta concepción, en cuanto a su contenido, no es producto exclusivo de  si misma ni  representa el epifenómeno de tan solo las condiciones materiales de dicha época; sino por el contrario, al ser una concepción de carácter colectivo, representa el resultado de diversas contradicciones y superaciones tanto materiales como espirituales, tanto sociales como ideológicas.. Ello se puede percibir  con mucha  más claridad en la época que va desde los inicios del capitalismo, allá por los siglos XVI,  hasta la actualidad. Esta época tuvo como  síntesis, y  fuente para la posteridad, al movimiento ideológico conocido como la Ilustración.
La Ilustración  significa, según Kant, la liberación del hombre de su culpable incapacidad. Esto como consecuencia de concebir al hombre como un ser racional y libre, capaz de pensar y actuar por sí mismo; es decir autónomo. O por lo menos como una posibilidad abierta a ser libre, a conquistar con sus propias acciones su libertad. Libre de todo tipo de opresión; de la tradición,  de las fuerzas naturales  y de lo no racional. Es a partir de la época moderna que se concibe al hombre como racional y libre. Pues la concepción del mundo será otra. Ya no es un mundo donde todos los hombres  tienen un lugar fijo establecido por naturaleza o por Dios. Es un mundo donde el agente principal es el hombre, el sujeto.  El hombre no tiene un puesto fijo, es libre. Hay un desdoblamiento; la visión del mundo es dual:   sujeto – objeto. El sujeto busca dominar al objeto, de acuerdo a sus intereses. El sujeto busca un fundamento que será un auto-fundamento; él será  el fundamento de si mismo, de la ciencia y del mundo. Solo en este mundo – el capitalismo, el mundo moderno –, ahí donde se busca el dominio del objeto, pudo  iniciarse la cosificación de lo humano.    
Creo conveniente que mi reflexión quede limitada a dos conceptos relacionados por inclusión o similitud más no por exclusión; ‘realización humana’ y ‘liberación humana’ mediados y relacionados por el concepto de ‘reificación’ o cosificación – conversión del sujeto en objeto, en cosa. El orden de estos conceptos, en un proceso de superación y negación,  seria el siguiente: cosificación, liberación y realización. Estos conceptos   – o lo que intuitivamente entendemos por ellos— forman parte de un  determinado conjunto de palabras que toman  principalmente su significado peculiar en una época de la historia, la edad moderna.  Es decir, en la antigüedad y en la época medieval  no tenía sentido ni significado y mucho menos se comprende, en el sentido actual, los conceptos  ‘liberación´,  ‘realización humana’ y menos aun el de ‘reificación’.
Es de suma importancia  reflexionar  sobre la vigencia del uso de dichos conceptos, en un sentido y significado propio de la época moderna, para  estudiar  y comprender al hombre actual y su realización en el tiempo en el cual nos ha tocado vivir, una época a la cual hemos hecho referencia en la introducción del presente manuscrito. Sobre todo cuando se afirma que: la liberación y realización humana  son  conceptos anticuados, que tuvieron su vigencia en una época determinada.  Es decir, que no tiene sentido discutir sobre estos temas pues  vivimos en una época del “pensamiento débil”, y que por el contrario hay que ir en búsqueda de una “convivencia pacifica” (Vattimo) alejada de toda reflexión y cuestionamiento. Pues toda  critica y reflexión implicaría la defensa de una ideología y ésta a su vez llevaría a establecer  fundamentos arbitrarios, más aun en el caso antropológico. Pero sobre esto, pienso,  puede ser el caso que; es imposible dejar de tener una ideología y que aquel que pretende no tenerla es el que mas solapado defiende y sostiene una ideología.

IV. DESARROLLO: REFLEXIONES
  La incógnita inmediata,  ante  lo anterior, puede aparecer de la siguiente manera: ¿Por qué pensar sobre el hombre moderno  y la concepción éste?
En primer lugar, porque la concepción de hombre de la  modernidad  es la que predomina en occidente. La del hombre racional, libre, autónomo y  con derechos individuales; por ello digno. Pues se considera que la formación de esta concepción y del hombre moderno es obra de toda la historia universal anterior, por ello la más elevada y superior, al menos en occidente. No obstante esta concepción se presenta implícitamente como excluyente, universal, holística y hasta arrogante; generando  problemas al momento que se posiciona frente a otras concepciones del hombre, frente a otras culturas.  En segundo lugar,  porque es solo en la modernidad, o la sociedad capitalista, en donde se da este fenómeno de la cosificación del ser humano, como consecuencia de la secularización del hombre y el predominio de una lógica de intercambio de aquello  que se considera un fin en si mismo: la mercancía. En tercer lugar, porque en  nuestra sociedad la mayoría de sus instituciones o basamentos económicos, políticos e ideológicos tienen un ingrediente que es dicha concepción.
Sobre el “la  realización humana”
A continuación quiero  plantear lo que entiendo por realización humana. Pienso que la realización del hombre consiste en un realizar lo que el hombre es. Volver actual en el hombre lo que tiene por potencial; hacer real o existente lo que se tiene por posibilidad.  “Es propio de nuestra naturaleza realizar nuestras potencialidades; pero la clase de potencialidades en cuestión y las condiciones para actualizarlas es un asunto específicamente histórico (TERRY EAGLETON. Pág. 27)”.  Esta potencialidad esta determinada  por sus condiciones sociales, históricas y considero que hasta culturales. Asimismo, dicha potencialidad tiene un carácter integral, en ella esta incluida el aspecto intelectual, emocional, artístico y toda dimensión humana que no sea contraria a la naturaleza social del hombre y que por el contrario lo desarrolle y consolide. Así por ejemplo,  algo contrario seria el individualismo a ultranza difundido y exaltado en nuestra actual sociedad. Individualismo que lleva al hombre, en muchos casos,  a un terrible sentimiento de soledad e  inferioridad,  ello a pesar de  estar   entre “los otros”.  Por ello estimo que el asunto de la naturaleza humana – aun cuando se la considere de modo esencialista – cumple un papel importante al momento de reflexionar sobre la realización humana. De este modo, se presenta como un hecho y se le puede tomar como valor, como una exigencia. Lo que es y lo que debería ser. Ambos en una relación de condicional; lo que es determinaría a lo que debería ser. Aunque muchos consideren que un deber ser  no puede derivarse, lógicamente, de un es. Considero que en el plano práctico sí es factible dicha exigencia.
En consecuencia,  la realización humana empieza y debe empezar  en el plano práctico, es decir en la vida material, real y no en un plano abstracto y trascendente (inmaterial e inteligible); ello debido a que el hombre empieza existiendo en su materialidad, es un ser social. Lo anterior es valido y se contrasta en su aspecto biológico, social, histórico y cultural. Pero esto hay que entenderlo en su devenir histórico-social por lo dinámico que el mundo es. Es decir, no existe “la realización humana” como un acontecimiento universal, homogéneo  y real, ello solo puede darse en un plano abstracto, conceptual y entendible. Por el contrario lo que hay y puede existir como acontecimiento realizable es: las realizaciones humanas. Sabemos lo plural que ha sido y es el mundo. Es decir la realización humana solo puede darse,  y se ha dado, de diferente manera a lo largo de la historia de la humanidad. Pero a pesar de lo común que tiene toda pluralidad social en el mundo,  en todas partes a sido necesario ciertas  condiciones materiales para su existencia. La  realización del hombre tendría que empezar por ahí; por lograr, mantener y  si es el caso mejorar aquellas condiciones que le son necesarias para  vivir y desarrollar su potencialidad determinada, a la cual hemos hecho referencia líneas atrás.
Lo que  sostengo  es que la realización humana, bajo la concepción mencionada,  debe entenderse – y solo puede darse de esa forma – como abandono o superación de aquel proceso o estado en el cual ha sido  sumido el hombre en la actualidad; como superación del estado de reificación o cosificación. Como reconquista de la subjetividad auténtica para el sujeto. Es decir,                   “desmercantilizar”  la personalidad humana.
Sobre “la libertad y la liberación o emancipación”
En la versión apócrifa de la Odisea de Lion Feuchthwanger de 1950, los marineros de Odiseo, convertidos en cerdos por un hechizo de la bruja Circe, disfrutaban de su nueva condición animal. Durante días, resistieron a la desesperada los intentos de Odiseo de romper el hechizo. Se negaban a retomar su forma humana. Odiseo, confundido, se acercó a los cerdos para comunicarles que había encontrado unas hierbas mágicas capaces de deshacer el conjuro de Circe. Los marineros-devenidos-cerdos, al escuchar la proposición, corrieron despavoridos a esconderse. Tras muchos intentos, Odiseo consiguió atrapar a uno y lo frotó con las hierbas mágicas. El cerdo recuperó la forma del marinero Elpénor. El liberado, un marinero como cualquiera, insiste Feuchthwanger, común y corriente desde todo punto de vista, “igual a todos los demás, ni especialmente dotado para la lucha ni notable por su ingenio”. Elpénor, contrariamente a lo esperado, atacó furiosamente a su “liberador”:                                                                                               
“¿Así que has vuelto, granuja entrometido? ¿Otra vez a fastidiarnos y a molestarnos? ¿Otra vez a exponer nuestros cuerpos al peligro y a obligar a nuestros corazones a tomar nuevas decisiones? Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango y retozar al sol, podía engullir y atragantarme, gruñir y roncar, libre de dudas y razones… ¡A qué viniste! ¿A arrojarme de nuevo a mi odiosa vida anterior?”
Este texto nos transmite la idea de que seria mejor y menos doloroso una vida sin libertad, sin la oportunidad de tomar nuestras propias decisiones. Una vida menos humana y más animal. En ese sentido seriamos mas realizados mientras mas animales seamos. Particularmente no coincido con el mensaje del espurio texto citado. He manifestado que la realización del hombre  tendría  como condición previa su liberación. Antes se presenta una pregunta con  tinte valorativo: ¿La liberación o emancipación humana,  es  o debe valorase  positiva o negativamente? Considero que la libertad humana, en sus diversas formas, es condición básica para el desarrollo del hombre y  de los medios para lograrlo. Si se responde negativamente, entonces ya no estaríamos en un plano humano, para dar paso a lo animal; y esta reflexión, sobre la realización humana, no tendría sentido. Por ello, es menester preguntarnos ¿En qué consiste la liberación humana? Consiste en superar toda situación de aquello que representa una necesidad para el hombre y convertirla en contingencia. Dicho en otras palabras, consiste en hacer de lo necesario e inevitable algo evitable o elegible, de acuerdo a los intereses del hombre. Estos intereses tienen un carácter histórico, no son homogéneos, puros y universales. Por eso la liberación humana también tiene un carácter histórico.
En la sociedad capitalista se da un gran paso, al considerar al hombre como ser racional y libre; autónomo. El problema es considerar esta situación en abstracto, como si la razón fuera “una razón pura”, compartida por todo “individuo”, haciéndola de este modo  universal.  No se consideró que “la razón es un producto histórico; los sentido son un producto histórico también” (JAIME LABASTIDA PG. 9). Es decir la razón y la formación de los sentidos es obra de toda la historia universal anterior.  “La razón es un instrumento de sobrevivencia, el más eficaz que tiene el hombre. El hombre es además un ser social (…) La razón entonces es un instrumento de sobrevivencia del grupo social. Las distintas situaciones geográficas, históricas, sociales determinan la manera cómo ha de usarse la razón” (ANTONIO PEÑA CABRERA PAG. 193). Es sólo con la razón que el hombre puede ser consciente de sí mismo y de lo objetivo, de sus emociones, sentimientos, de su subjetividad y de su entorno, de la realidad, de su creación. Es más, la libertad solo es posible mientras  exista la razón. Pues la razón constituye en el hombre lo que en otra especie los instintos: ser una garantía del éxito y el valor de nuestras acciones en el mundo.  En lo más elemental, permite elaborar fines y medios; así una de las formas histórico- sociales de existir es, como razón instrumental.
 En la libertad, como acción práctica,  se manifiesta aquello que diferencia al hombre del animal. El hombre es un ser transformador, a pesar de que  existen  seres  que  con sus movimientos generen cambios en la naturaleza. Pero a diferencia de todo ser vivo, el hombre puede transformar su realidad de modo consciente. A dicha conclusión llegó  Marx al plantear en sus Manuscritos…  “La creación practica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es obra del hombre como ser consciente de su especie…Cierto que también el animal produce…Pero sólo produce aquello que necesita directamente para sí o para su cría; produce de modo unilateral, mientras que la producción del hombre es universal; sólo produce bajo el acicate de la necesidad física inmediata, mientras que el hombre produce también sin la coacción de la necesidad física, y cuando se halla libre de ella es cuando verdaderamente produce… ”.  Es decir, solo el hombre es capaz de transformar su realidad en base a ciertos fines, cosa que no hace un animal.  
Por todo  ello,  el texto apócrifo citado líneas atrás, representa un panegírico a la  deshumanización y cosificación del hombre. Situación que solo puede ser defendida por aquellos que se benefician de esta situación o por aquellos que están cosificados.
Sobre “la cosificación” 
 Entiéndase por el concepto “cosificación”, en su forma elemental,  “…un proceso cognitivo por el cual algo que en sí no posee propiedades de cosa – por ejemplo, algo humano – es considerado como cosa (AXEL HONNETH.  pág. 24)”. Pero este proceso tiene su explicación en bases históricas- sociales. Solo es a partir de las sociedades capitalistas (o modernas) que puede darse este fenómeno. El ser humano – sujeto,  transformador  del objeto, pasa a ser un sub-objeto dominado por el fantasmal objeto humanizado. En sus relaciones, el sujeto, se coloca ante otro y lo contempla solo como  objeto  de una transacción beneficiosa. Es decir, en las sociedades capitalistas las relaciones humanas y las diversas manifestaciones humanas se van tornando poco a poco más cosificadas; dado que la lógica necesaria  con la cual funcionan estas sociedades  se hacen cada vez más holística y profunda. Esta lógica o mecanismo es el de “intercambio de mercancías” o intercambio de bienes, difundida y convertida, socialmente, en el modo predominante del accionar intersubjetivo. Este “intercambio de mercancías” cosifica  desde la producción de la mercancía hasta su consumo.  Se presenta en todos los niveles y aspectos de la vida humana. Reduciendo al hombre y su razón  a su aspecto más básico, la razón instrumental. Y considerando a esta ultima como la única valida. Determinando de este modo los demás aspectos de la vida humana como son; el arte, la política, la educación, el amor, el conocimiento, etc. Cosificando todo  lo humano, mercantilizando los diversos aspectos del hombre. Haciendo del hombre un ser que más que ser le interesa tener, tener un objeto, un beneficio; un bien. Dejando a su subjetividad sin subjetividad; haciendo de la lógica de intercambio de mercancías, su lógica subjetiva. Así podemos decir con Marx “Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal”, “…el hombre sólo se siente como un ser que obra libremente en sus funciones animales, cuando come, bebe y procrea o a lo sumo, cuando se viste y acicala y mora bajo un techo… [ éstas funciones] son indudablemente humanas…  Pero, en la abstracción, separadas de todo el resto de la actividad humana,  convertidas en fines últimos y exclusivos, son funciones animales”.

Conclusiones
En consecuencia, en la sociedad capitalista se presenta  una contradicción. Por un lado hace al hombre mas independiente y más critico, otorgándole una mayor confianza en sí mismo; y sobre todo con mayor posibilidad, en cuanto a condiciones, de poder actualizar sus potencialidades. Pero por otro lado lo hace más aislado, más solo y atemorizado; y sobre todo con la gran posibilidad de que se adhiera a ese proceso de cosificación.  La superación de esta contradicción, pienso, no esta en esta misma sociedad; sino por el contrario el la superación de esta. Pues en una sociedad donde predomine la exaltación y endiosamiento de la mercancía, no podrá dejar de existir una lógica de intercambio de bienes. Una verdadera realización humana tiene que pasar por una liquidación de aquellos  mecanismos que impiden su realización. Si no es así, la pretendida realización será  solo eso: una realización  falsa, fundada en una certeza disfrazada. Certeza que contiene tras su velo, una defensa de la lógica de mercancías, por ende una apología al capitalismo y un ocultamiento de una verdad y a la vez un hecho, esto es, a saber que: “A medida que se valoriza el mundo de las cosas se desvaloriza, en razón directa, el mundo de los hombres”.
Lo que concluyo, de modo general, es que la verdadera o autentica realización del hombre tiene por condición su emancipación. Y esto  no se puede dar en un sentido abstracto y ahistórico sino por el contrario en una situación concreta. Solo se logrará una realización humana genuina  mientras  el hombre se haya liberado o al menos sea consciente del proceso  de cosificación del cual forma parte y es participe. Mientras no se dé el caso, su “pretendida realización” será solo eso: una situación aparente de realización  o  una realización que no es su realización. Por el contrario, quienes pretenden negar esta verdad, defendiendo el carácter “anticuado” de esta temática, no se percatan  – o no quieren hacerlo --  ni se asoman a tomar conciencia que, al hombre al cual pretenden describir y del cual hablan  es en realidad, aquel hombre reificado; cosificado. Tratando de esa manera de poner una situación histórica como situación universal, eximiéndose de  explicar la real situación del asunto. Tratando de poner una situación histórica como post-histórica. 
V. BIBLIOGRAFIA REFERENCIAL
- CARLOS MARX. Manuscritos económicos-filosóficos de 1844. Traducción de Wenceslao Roces, México, Grijalbo, 1968.
- EAGLETON, Terry. Marx y la libertad. Traducción de Germán Saavedra Soler. 1ª edición. Grupo Editorial Norma, América Latina,  1999.
- HONNETH, Axel. Reificación. Traducido por Graciela Calderón. 1ª edición. Katz editores, Buenos Aires, 2007.
- LABASTIDA, Jaime. Producción, ciencia y sociedad: de Descartes a Marx. 2ª edición. Siglo XXI editores, México, 1971.
- LUKACS, Georg. Historia y conciencia de clase. Traducción cedida por Editorial Grijalbo, 1969. Editorial SARPE, España, 1984. Tomo II.
- PEÑA CABRERA, Antonio. Racionalidad occidental y racionalidad andina. En: La Racionalidad. Juan Camacho (Editor) 1988. Págs. 193 – 207. 
-  VILLORO, Luis. El Pensamiento Moderno. FCE, México, s/f.
- SCAVINO, Dardo. La Filosofía Actual. Pensar sin certezas. 1ª edición. Paidós, 1999.  
- ZYGMUNT BAUMAN. Modernidad Líquida. Traducción de Mirta Rosenberg. 1ª edición en español, FCE, México, 2003. 

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