jueves, setiembre 20, 2012

PONENCIAS PRESENTADAS EN LA JAI 2012 (3,4 Y 5 DE AGOSTO).Tema: Realización humana. Por David Robinson Quispe Barraza

Una característica que siempre dificultó el camino del hombre es que este siempre quiso, y querrá, controlar completamente la naturaleza, prever todo es parte de su vida y de ello depende actualmente casi toda su existencia. Esta característica afecta no solo al círculo de intelectuales, científicos, o aficionados a la ciencia; también afecta al campesino, al obrero, al técnico, al profesional. En suma, afecta al hombre occidental y en cierta medida también al oriental. Es curioso que este mismo afán que nos llevó a un gran desarrollo nos esté llevando también a un gran deterioro, lo peor es que muy pocos quieren ver y atender esta otra cara de la moneda y casi nadie a intentado ver siquiera la existencia humana a través de cristales no científicos. Parece que la mente está tan obnubilada que no se ha tomado el tiempo para reflexionar acerca del circulo vicioso en el que ha caído; sin embargo, puede ser también que la mayoría sí se haya percatado de esta situación; pero, como pasa siempre en el espíritu humano, el miedo a destruir su castillo de naipes hace que su construcción continúe. Me atrevería a decir, siguiendo una intuición mía, que muy pocos grupos sociales escapan en cierto grado a esta suerte, entre ellos los niños y los pueblos aborígenes que han tenido poco contacto con la cultura de occidente. Cabe decir que en este trabajo no cometeré el error de afirmar que esta característica es mala y perjudicial, pues tengo por cierto que no lo es; y también, que sí lo es. Para ser más claro quiero recordar que este ímpetu del hombre por conocer y predecir todo con exactitud lo ha llevado a grandes entendimientos, descubrimientos y creaciones beneficiosas para toda la humanidad, tanto es así que paradójicamente este mismo afán lo está llevando a admitir, poco a poco, la tesis contraria. No diré que solo la ciencia nos está llevando al entendimiento de que no es posible conocerlo todo; también ayuda a esta comprensión, además de la filosofía y de la intuición, la desesperanza del hombre con respecto a la ciencia misma, ya que es notorio que ella no puede solucionar muchos problemas que conciernen al hombre, entre ellos: la crisis social, política y cultural en la que nos encontramos. En todo caso, el fenómeno descrito, que nos sumerge en una especie de desconcierto en cuanto al conocimiento, es complejo y obedece a diversos factores que no lograremos entender con precisión. En un inicio, guiado también por el impulso de comprender la realización humana, creí que la mejor manera de abordarla era a través de la comprensión del hombre, tenía la idea de que estudiando profundamente todas las influencias que se ciernen sobre él lograría un entendimiento profundo e integral de su ser. Entonces, me enfrasqué en el análisis de lo social en el hombre, de lo individual, de lo histórico, de lo volitivo, etc, etc, etc. También tenía en mente involucrar factores de orden ontológico (movimiento, unidad , pluralidad, etc.) y también de orden ético (felicidad, placer, etc.). Por último pensaba integrar todas estas influencias y obtener así una especie de fórmula feliz que resolviera muchos de los problemas del humano en general, el problema de la realización humana en particular y, sobre todo, muchos de los problemas existenciales que me aquejan hasta hoy. Todo dio un giro cuando me percaté de que con este procedimiento trataba de encontrar ,del modo como lo hace la ciencia, una especie de regla general aplicable, en este caso, al hombre. No voy a negar que este proceder es fructífero, al igual que lo es el proceder de la ciencia; nadie puede negar sus beneficios. Sin embargo, como dije, hay una cuestión que se ha dejado de lado por mucho tiempo, incluso en el campo científico. Durante un largo periodo en la historia se ha tenido, y todavía se tiene, por implícito que el mundo, las cosas y el hombre tienen cierta explicación; explicación que por ahora se considera oculta en parte, pero que con el paso del tiempo y el avance del desarrollo tecnológico saldrá a la luz. Además, se tiene el presupuesto de que el hombre tiene la capacidad de hacerlo. Al parecer esto está ocurriendo. El desarrollo científico y tecnológico, día a día, nos abre puertas a nuevos entendimientos; solo que al explicar muchas más cosas dejamos de entender muchas otras; y a veces uno se pregunta si nos estamos alejando o acercando a la explicación de los fenómenos. Es curioso que, contranatura, tomemos como válido un único proceder para la explicación de las cosas y dejemos de lado muchos otros. Vaya contradicción, queremos hallar una explicación sin tener en cuenta muchos aspectos del fenómeno que estudiamos, pero la incertidumbre es aun mayor y aún queriendo y esforzándonos por incluir meticulosamente cada uno de los aspectos que influencian en el fenómeno, por alguna cuestión extraña del ser, del universo, del mundo, de una pequeña partícula, no llegaremos a comprender absolutamente, y con exactitud, ningún fenómeno; estamos condenados a ello. De esto nos puede ilustrar mejor un problema científico, el problema de los tres cuerpos. Este nos enseña que podemos entender y predecir, con asombrosa exactitud, un fenómeno que tiene solamente una influencia; es decir, solo podemos comprender y predecir, casi con exactitud, un sistema que consta únicamente de dos cuerpos; de los sistemas de tres cuerpos no podemos predecir casi nada. Ahora bien, si observamos los fenómenos de la naturaleza nos percataremos de que no existen sistemas de dos cuerpos; estos solo son en el plano del ser pensado. Por lo tanto todas las predicciones que se hacen en base a dos cuerpos, científicas o no científicas, solo son aproximaciones. Contra esto se podría argumentar, en el plano científico, que en la actualidad existen matemáticas más sofisticadas –por ejemplo la matemática fractal- que nos permiten un mayor entendimiento que las matemáticas clásicas; sin embargo, estás también solo nos brindan aproximaciones, quizá más precisas, pero aproximaciones en fin. A toda esta incertidumbre se añade la relatividad de las mediciones, a modo de explicación podemos decir que una cosa es medir en metros y otra muy distinta en centímetros, claro está que esto se aprecia mejor al medir fenómenos complejos. Lo mismo ocurre con los diversos tipos de matemáticas; existe relatividad entre sus mediciones. Volviendo a nuestro tema, no me queda más que precisar que el entendimiento del hombre pasa por estos mismos avatares, así mismo la realización humana no es más que una generalidad. Por tanto, pretender decir qué es la realización humana, al modo de una fórmula, es un ejercicio casi vano. A todo lo dicho, el panorama parece sombrío, pero no lo es, pues es conocido que andamos mejor cuando reconocemos nuestras dificultades. Si tenemos en cuenta que la naturaleza es un sistema relacionado, o por lo menos complejo (sistemas de más de dos cuerpos), solo nos quedará admitir que nunca podremos entender completamente todas sus relaciones y toda su complejidad; tampoco lograremos comprender con precisión fenómenos “simples” como el hombre o la realización humana; pues a pesar de todo lo que conocemos hasta ahora, y de lo mucho que hemos investigado; tenemos que admitir, primero, que no es posible abarcar la totalidad de factores de un fenómeno y segundo, que hasta ahora, solo lo hemos “medido” con una única “medida”. Nos olvidamos de la relatividad de las mediciones; nos olvidamos de que tenemos una única manera de enfrentarnos a la naturaleza; nos olvidamos de que la naturaleza no se agota en una única perspectiva. Tal vez, después de todo, solo nos quede volver al inicio para escuchar, por ejemplo, la voz de Genófanes y asumir, de una vez y para siempre, el problema de la trascendencia; tal vez nuestra condena a conocer pequeñas parcialidades del ser sea también nuestra mayor ventaja. Pero, el caso es que esta “dificultad” está presente –también en la realización humana- y solo nos queda como consuelo la pregunta filosófica por excelencia: Por qué. ¿Por qué la trascendencia se manifiesta en todos los campos del conocimiento? ¿Por qué nunca llegaremos a conocer completamente? A este respecto solo me queda recurrir a lo que considero la raíz del problema: El problema del conocimiento. En conflictos como el de los campesinos agricultores y la actividad minera, subyace una problemática; ¿A quién creer?, ¿Qué posición tomar? Por un lado, los empresarios, los medios de comunicación, que a ultranza, tratan de imponer su posición escamoteando su modo platónico de ver el mundo con frases como “es lo mejor para el país”, “es lo mejor para todos”. Por otro lado, Rafael Correa, el ilustre presidente ecuatoriano, apoyando la posición antes expuesta; deslumbrando, a propios y extraños, con el fulgor de su argumentación silogística; incluso, sus acérrimos detractores (medios de comunicación), que, antes de, criticaban y evitaban publicar sus declaraciones; Ahora, después de, por lo menos por un pequeño lapso de tiempo, reproducen, y reproducen, mediáticamente, –como quien utiliza el argumento ad verecundiam- su explicación acerca de este tema. Finalmente, del lado contrario, tenemos a los campesinos agricultores y muchos otros habitantes de los pueblos afectados, que defienden empeñosamente su visión intuitiva del mundo, su forma de vida. Tal vez, al término de este conflicto, no les quede más que permitir la extracción minera formal, pero lo cierto es que, de alguna manera, han invocado a un Protágoras, que se hizo, y se hará escuchar, cada vez más fuerte, de ahora en adelante. Es demasiado evidente que en la naturaleza, y sobretodo en la forma de conocer del hombre, se manifiesta la multiplicidad; por ello las diversas concepciones del mundo; por ello las diversas maneras de percibir un mismo acontecimiento, una misma situación, una misma cosa. En el caso del conflicto minero; en casos simples de la vida cotidiana; se manifiesta todo lo mencionado; pero, como anteriormente lo sostuve, en todo lo expuesto aquí, subyace el problema del conocimiento. A decir de muchos filósofos, a decir mi convicción, el hombre es agente activo del conocimiento; pero, ¿de qué modo lo es?; ¿será que el hombre solo hace interpretaciones que nada tienen que ver con el referente?; ¿será que el hombre, en su forma de conocer, capta una parcialidad del nóumeno, y añade otra parcialidad de su interpretación?; ¿será que el fenómeno y el nóumeno, en el caso del hombre, son una misma cosa, y que la acuñación de estos términos no sería otra cosa que metafísica?; o… ¿será que el hombre solo conoce la realidad, y solo vive en la realidad, y la realidad no es más que una interacción entre el hombre y la existencia, y no la existencia misma? Si admitimos la afirmación que se hace en esta última cuestión, además de resolver el problema de la multiplicidad, llegaremos a la posible conclusión de que el hombre vive, algo así, como inmerso en una especie de burbuja, que a su vez, está inmersa en otra burbuja mayor. La burbuja mayor representaría al ser total, la burbuja menor, la realidad del hombre. Pero lo más desconcertante; a parte del conocimiento de que las burbujas están íntimamente relacionadas, y en pleno movimiento y variación; es que no solo el hombre es agente del conocimiento, sino que cada hombre lo es; además no solo se da la realidad del hombre; no dejemos de lado la de los animales, plantas, bacterias, etc. Si esto es así, y si efectivamente se dan varias realidades, no nos quedaría más remedio que admitir los diversos puntos de vista, las diversas maneras de vivir, las diversas formas de vida; pero admitir todo esto es, quizá sea teóricamente un ejercicio no tan complejo; lo complicado vendría a ser vivir y relacionarse de acuerdo a ello, pues tampoco en esto existe una fórmula que nos señale cómo convivir. En la actualidad, lamentablemente, se idolatra la creencia de que solo se da una única realidad y muchas otras “interpretaciones aparentes”, que modernamente, y eufemísticamente, se señalan con apelativos como “países del tercer mundo” “pensamiento retrógrado” “formas atrasadas de vivir”. Se admite, implícitamente o explícitamente, que la mejor forma de vivir es vivir de acuerdo a una sola concepción, por ejemplo, se cree que todo país, para desarrollarse, tiene, necesariamente, que explotar cada yacimiento minero que encuentre en su territorio; incluso cuando esto implique pasar por sobre un pueblo, por sobre una cultura”. Muy en el fondo, se tiene la presunción de que todos debemos vivir de acuerdo a una sola concepción, de acuerdo a sola realidad. Dan fe, de todo lo dicho, fenómenos como la globalización, la “modernización”, etc.; pero, como arriba mencioné, es propio de la naturaleza que la multiplicidad se manifieste en su seno; y tal vez, eso sea lo mejor. Enfatizar en la unidad, en desmedro de la multiplicidad, fue el error que cometió Rafael Correa en su argumentación ; tal vez, se me acuse de hacer exactamente lo contrario; sin embargo, en lo escrito acerca del conocimiento, la trascendencia y la multiplicidad -y a pesar de haber recurrido a Genófanes, Gorgias, Protágoras y Platón- espero no se me mal entienda, pues con todo lo dicho no he logrado decir todo lo que quise; además este trabajo, más que otros, sufre de lo mismo que denuncia… no hay fórmula que dé cuenta exacta de un fenómeno, no hay fórmula que explique con exactitud la realización humana.

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