Por Pedro Rodriguez Balladares
...la esencia humana no es algo abstracto
inherente a cada individuo.
Es, en su realidad, el conjunto
de las relaciones sociales.
K.Marx. Tesis sobre Feuerbach
I. A
MODO DE INTRODUCCION: IMPORTANCIA.
La presente exposición trata sobre un tema abordado por la antropología
filosófica y responde a la propuesta hecha por el TAFIDEP para
la presente jornada, la cual es, tratar sobre “La realización humana”. Sin duda, es un
tema que en la época actual, a pesar de
no ser considerado un problema dominante (como son considerados los temas epistemológicos,
políticos y éticos) estimo, debe ser punto de reflexión obligado. Ello a pesar de
que no vivimos los problemas del siglo XIX, de las guerras mundiales o de la
guerra fría (contextos en los cuales era arduo y explicito el debate
antropológico). Hay diversas razones
para no abandonar este debate.
Entre las razones que juzgo importantes puedo
mencionar tres. La primera es que tras cualquier teoría o reflexión acerca de la
sociedad, la política y el Bien, se encuentra implícita una concepción acerca
del hombre. Es él quien constituye la
sociedad, hace política y actúa moralmente. Así, en la época moderna se funda y se desarrolla el
liberalismo como ideología que legitimó el sistema económico-político
imperante, ella también parte de una determinada concepción del hombre y su
realización. En la actualidad, a pesar de haber pasado por décadas en las
cuales se trató de limitar y mitigar las consecuencias que significó la
aplicación de medidas económicas y políticas de corte liberal, se presencia un
regreso – y replanteamiento -- a las
tesis de los clásicos liberales, expresado en la doctrina neoliberal. Esta
última, así como toda ideología económica-política, también tiene entre sus
presupuestos – de modo explicito o implícito—una determinada concepción del
hombre y la sociedad. En segundo lugar, desde los inicios del
capitalismo hasta ahora se ha dado un gran desarrollo de las “las fuerzas productivas”, por ende un vertiginoso aumento en la capacidad de la
producción. Ello constituye la materialización y expresión clara de aquello
que desde inicios de la modernidad se buscó; el saber como poder y el poder
para hacer. Es decir el dominio del objeto por el sujeto. Lo anterior se
manifiesta en los grandes avances que se
ha logrado en la ciencia, la técnica y la tecnología, y su aplicación en la
producción material, lo que viene a constituir la realización práctica del avance del conocimiento que va obteniendo el hombre sobre el mundo. Este
dominio como tal, sobre todo en el proceso productivo, se ha ido haciendo cada vez más racionalizado
y controlado, aunque no digamos lo mismo de sus consecuencias. En consecuencia,
todo esto ha influido en el hombre y ha
ido transformando su forma de vida, de modo individual y colectivo. De ahí que
muchos teóricos hablen de una “segunda modernidad” o una “Sociedad del riesgo”.
En
tercer lugar, como consecuencia de tal desarrollo, mencionado en el segundo
punto, encontramos el proceso de expansión y posicionamiento de un sistema
económico, social, político e ideológico: el capitalismo. Este se presenta con
una clara pretensión universalista y
homogeneizadora que influye e influirá en las distintas valoraciones y
elecciones de la vida práctica del
hombre, determinando y diferenciando su estilo de vida. Dicho proceso ha sido denominado, por
teóricos y estudiosos, como globalización. El afán homogeneizador y universalista con el
que se presenta el capitalismo actual, como hijo de la modernidad occidental,
ha traído consecuencias y problemas sobre los que reflexionar. Uno de estos problemas
es el que surge como resultado de la expansión de esa lógica de “intercambio de
bienes o mercancías” llevada a todos los niveles de vida del hombre, que llega
a cosificar la dimensión de lo humano, sus relaciones y todo lo que tiene
conexión con ello, es decir: el hombre en su integridad y sus relaciones sufren
un proceso – que continúa más aun en la actualidad -- de reificación o cosificación. Asimismo, esta
expansión también ha generado y agudizado las contradicciones económicas, sociales, políticas y éticas entre el capitalismo y diversos
pueblos del mundo. Contradicciones que en muchos casos se ha pretendido reducir
tan solo a un problema meramente cultural y filosófico.
Con respecto al
ultimo punto, cabe resaltar la importancia de reflexionar sobre el hombre y su
realización, puesto que a través de la
historia, sobre todo en la época moderna,
muchas veces se ha estudiado y evaluado al hombre con criterios propios
de la filosofía y la cultura occidental,
considerando inferior y hasta
negando humanidad a todo ser
humano que haya vivido enmarcado fuera
de la realidad económica, social y cultural de occidente; es decir fuera del sistema capitalista. En resumen, lo
que pretendo afirmar es que la reflexión
acerca del hombre, sobre todo su realización y/o liberación – emancipación, tiene mucha
importancia para la época actual, dado los puntos antes mencionados.
II. CIERTOS
LINEAMIENTOS. A MANERA DE MÉTODO
No es posible
observar la realidad con una total neutralidad, como si nuestra mente se posicionara frente a
ella, buscando aprehenderla, con total vaciedad; es decir con una mente en
blanco. De ello fue consciente Karl Popper por eso consideró que toda
investigación y/o reflexión parte de una “tabula plena”, es decir de ciertos
presupuestos o ideas previas, que
buscamos confirmar o desmentir, defender o cuestionar. Entonces, en función a
ello, hay dos puntos de suma
importancia que nos permitirán alumbrar mejor – así lo considero— el presente tema y su
problemática, pues nos servirán como premisas metodológicas, estos son:
materialidad e historicidad. Es decir, que para una mejor comprensión de un
asunto hay que considerarlo y estudiarlo en su proceso material e histórico,
ello como punto de partida y aspecto principal de la cuestión. Pues todo hombre
no se pone en contacto con la naturaleza y la sociedad de modo abstracto, sino
por el contrario lo hace de manera concreta, ya sea para transformarla o
comprenderla. Asimismo entiéndase por historicidad a la cualidad que toda cosa, cuestión o
persona pueda presentar siempre y cuando sea parte de la historia. Ello no nos debe a llevar a conclusiones
insuficientes como “el hombre no tiene
naturaleza, tiene historia” o “el hombres es producto de sus circunstancias”
las cuales parten, forzosamente, de concebir al hombre como un ser pasivo. Más
por el contrario, se trata de comprender al hombre como lo que es, un ser
transformador, un ser activo, pero a la vez un ser transformado históricamente. Un ser que con
su acción no solo transforma la realidad sino que con ella se esta transformando a si mismo. Es decir, toda
cuestión histórica lo constituye la
transformación del hombre. Ello no
discrimina los aspectos no materiales en la dimensión humana. Pero, a
pesar que la realidad humana se ha
manifestado de diversas maneras, estos dos aspectos han sido y son universales. Tampoco podemos
caer en tratar de considerar las condiciones materiales del hombre alejadas de
su cualidad histórica, ni mucho menos buscar lo histórico en si mismo alejado
de su aspecto material. Entre ambos aspectos hay una relación que solo puede
ser comprendida si la consideramos en su dinámica y dependencia mutua. Por todo
ello, no es posible comprender la realización humana mientras no se considere
al hombre como lo que es, un ser social; es decir como aquel conjunto de
relaciones sociales que establece en una etapa históricamente determinada.
III. DELIMITACION
DEL TEMA Y SU PROBLEMÁTICA.
Partiendo de la idea de que toda reflexión sobre un determinado asunto no
empieza de cero, sino, por el contrario, de ciertos supuestos, la reflexión sobre
la realización humana presupone cierta
noción acerca del hombre; su procedencia, su naturaleza y su condición actual. En ese sentido, no se puede señalar o
determinar la situación actual del hombre sin tener como criterio previo una
idea acerca de su naturaleza, ni de ésta – aunque no necesariamente – sin suponer una noción sobre su origen; puesto que toda determinación es a la vez
exclusión e implica a su vez el uso de por lo menos un criterio. Asimismo, las respuestas a las preguntas sobre el
problema del hombre han ido variando a lo largo de la historia; en
contextos y filósofos. Entre ellas,
tenemos por ejemplo, la concepción naturalista, la existencialista, la historicista
entre otras. Sin embargo no es mi objetivo realizar una exposición detallada
sobre las diversas teorías antropológicas que han existido en el devenir de la
historia de filosofía. Pues ello escapa de los límites y al interés de la
presente exposición.
El mundo habitado por la especie humana es un
mundo plural. Esta constituido por una multiplicidad de culturas, de puntos de
vista diferentes sobre la realidad. Siempre lo hemos sabido; pero ahora la
conciencia de esa pluralidad se acentúa porque estamos viviendo el despertar de
una ilusión (LUIS VILLORO. Pág. 185). Pero, la pluralidad no se agota en lo
cultural, también se manifiesta en la forma de vida de cada singularidad en el
mundo.
Teniendo en
cuenta “la conciencia de esa pluralidad”, quiero dirigir mi reflexión en torno al hombre y la concepción sobre éste a
partir de la época moderna y el capitalismo.
A medida que el
hombre participa de diversas condiciones históricas, la concepción de éste va
cambiando o revolucionando. Ello sucede
con la visión moderna del hombre. Esta concepción, en cuanto a su contenido, no
es producto exclusivo de si misma
ni representa el epifenómeno de tan solo
las condiciones materiales de dicha época; sino por el contrario, al ser una
concepción de carácter colectivo, representa el resultado de diversas
contradicciones y superaciones tanto materiales como espirituales, tanto
sociales como ideológicas.. Ello se puede percibir con mucha
más claridad en la época que va desde los inicios del capitalismo, allá
por los siglos XVI, hasta la actualidad.
Esta época tuvo como síntesis, y fuente para la posteridad, al movimiento
ideológico conocido como la Ilustración.
La Ilustración significa, según Kant, la liberación del hombre de su culpable incapacidad. Esto como
consecuencia de concebir al hombre como un ser racional y libre, capaz de
pensar y actuar por sí mismo; es decir autónomo. O por lo menos como una
posibilidad abierta a ser libre, a conquistar con sus propias acciones su
libertad. Libre de todo tipo de opresión; de la tradición, de las fuerzas naturales y de lo no racional. Es a partir de la época
moderna que se concibe al hombre como racional y libre. Pues la concepción del
mundo será otra. Ya no es un mundo donde todos los hombres tienen un lugar fijo establecido por
naturaleza o por Dios. Es un mundo donde el agente principal es el hombre, el
sujeto. El hombre no tiene un puesto
fijo, es libre. Hay un desdoblamiento; la visión del mundo es dual: sujeto – objeto. El sujeto busca dominar al
objeto, de acuerdo a sus intereses. El sujeto busca un fundamento que será un
auto-fundamento; él será el fundamento
de si mismo, de la ciencia y del mundo. Solo en este mundo – el capitalismo, el
mundo moderno –, ahí donde se busca el dominio del objeto, pudo iniciarse la cosificación de lo humano.
Creo conveniente
que mi reflexión quede limitada a dos conceptos relacionados por inclusión o
similitud más no por exclusión; ‘realización humana’ y ‘liberación humana’
mediados y relacionados por el concepto de ‘reificación’ o cosificación –
conversión del sujeto en objeto, en cosa. El orden de estos conceptos, en un
proceso de superación y negación, seria
el siguiente: cosificación, liberación y realización. Estos conceptos – o lo que intuitivamente entendemos por
ellos— forman parte de un determinado
conjunto de palabras que toman
principalmente su significado peculiar en una época de la historia, la
edad moderna. Es decir, en la antigüedad
y en la época medieval no tenía sentido
ni significado y mucho menos se comprende, en el sentido actual, los
conceptos ‘liberación´, ‘realización humana’ y menos aun el de
‘reificación’.
Es de suma
importancia reflexionar sobre la vigencia del uso de dichos
conceptos, en un sentido y significado propio de la época moderna, para estudiar
y comprender al hombre actual y su realización en el tiempo en el cual
nos ha tocado vivir, una época a la cual hemos hecho referencia en la
introducción del presente manuscrito. Sobre todo cuando se afirma que: la
liberación y realización humana son conceptos anticuados, que tuvieron su
vigencia en una época determinada. Es
decir, que no tiene sentido discutir sobre estos temas pues vivimos en una época del “pensamiento débil”,
y que por el contrario hay que ir en búsqueda de una “convivencia pacifica”
(Vattimo) alejada de toda reflexión y cuestionamiento. Pues toda critica y reflexión implicaría la defensa de
una ideología y ésta a su vez llevaría a establecer fundamentos arbitrarios, más aun en el caso
antropológico. Pero sobre esto, pienso,
puede ser el caso que; es imposible dejar de tener una ideología y que
aquel que pretende no tenerla es el que mas solapado defiende y sostiene una
ideología.
IV. DESARROLLO: REFLEXIONES
La incógnita inmediata, ante lo
anterior, puede aparecer de la siguiente manera: ¿Por qué pensar sobre el hombre moderno
y la concepción éste?
En primer lugar,
porque la concepción de hombre de la
modernidad es la que predomina en
occidente. La del hombre racional, libre, autónomo y con derechos individuales; por ello digno. Pues se considera que la
formación de esta concepción y del hombre moderno es obra de toda la historia
universal anterior, por ello la más elevada y superior, al menos en occidente. No
obstante esta concepción se presenta implícitamente como excluyente, universal,
holística y hasta arrogante; generando
problemas al momento que se posiciona frente a otras concepciones del
hombre, frente a otras culturas. En
segundo lugar, porque es solo en la
modernidad, o la sociedad capitalista, en donde se da este fenómeno de la
cosificación del ser humano, como consecuencia de la secularización del hombre
y el predominio de una lógica de intercambio de aquello que se considera un fin en si mismo: la
mercancía. En tercer lugar, porque en nuestra sociedad la mayoría de sus
instituciones o basamentos económicos, políticos e ideológicos tienen un
ingrediente que es dicha concepción.
Sobre el “la realización humana”
A continuación
quiero plantear lo que entiendo por realización humana. Pienso que la
realización del hombre consiste en un realizar lo que el hombre es. Volver
actual en el hombre lo que tiene por potencial; hacer real o existente lo que
se tiene por posibilidad. “Es propio de
nuestra naturaleza realizar nuestras potencialidades; pero la clase de
potencialidades en cuestión y las condiciones para actualizarlas es un asunto
específicamente histórico (TERRY EAGLETON. Pág. 27)”. Esta potencialidad esta determinada por sus condiciones sociales, históricas y
considero que hasta culturales. Asimismo, dicha potencialidad tiene un carácter
integral, en ella esta incluida el aspecto intelectual, emocional, artístico y
toda dimensión humana que no sea contraria a la naturaleza social del hombre y
que por el contrario lo desarrolle y consolide. Así por ejemplo, algo contrario seria el individualismo a
ultranza difundido y exaltado en nuestra actual sociedad. Individualismo que
lleva al hombre, en muchos casos, a un
terrible sentimiento de soledad e
inferioridad, ello a pesar
de estar entre “los otros”. Por ello estimo que el asunto de la
naturaleza humana – aun cuando se la considere de modo esencialista – cumple un
papel importante al momento de reflexionar sobre la realización humana. De este
modo, se presenta como un hecho y se le puede tomar como valor, como una
exigencia. Lo que es y lo que debería ser. Ambos en una relación de
condicional; lo que es determinaría a
lo que debería ser. Aunque muchos
consideren que un deber ser no puede derivarse, lógicamente, de un es. Considero que en el plano práctico
sí es factible dicha exigencia.
En consecuencia, la realización humana empieza y debe
empezar en el plano práctico, es decir en
la vida material, real y no en un plano abstracto y trascendente (inmaterial e
inteligible); ello debido a que el hombre empieza existiendo en su
materialidad, es un ser social. Lo anterior es valido y se contrasta en su
aspecto biológico, social, histórico y cultural. Pero esto hay que entenderlo en
su devenir histórico-social por lo dinámico que el mundo es. Es decir, no
existe “la realización humana” como un acontecimiento universal, homogéneo y real, ello solo puede darse en un plano
abstracto, conceptual y entendible. Por el contrario lo que hay y puede existir
como acontecimiento realizable es: las realizaciones humanas. Sabemos lo plural
que ha sido y es el mundo. Es decir la realización humana solo puede
darse, y se ha dado, de diferente manera
a lo largo de la historia de la humanidad. Pero a pesar de lo común que tiene
toda pluralidad social en el mundo, en
todas partes a sido necesario ciertas
condiciones materiales para su existencia. La realización del hombre tendría que empezar
por ahí; por lograr, mantener y si es el
caso mejorar aquellas condiciones que le son necesarias para vivir y desarrollar su potencialidad
determinada, a la cual hemos hecho referencia líneas atrás.
Lo que sostengo es que la realización humana, bajo la
concepción mencionada, debe entenderse –
y solo puede darse de esa forma – como abandono o superación de aquel proceso o
estado en el cual ha sido sumido el
hombre en la actualidad; como superación del estado de reificación o
cosificación. Como reconquista de la subjetividad auténtica para el sujeto. Es
decir,
“desmercantilizar” la
personalidad humana.
Sobre “la libertad y la liberación o emancipación”
En la versión
apócrifa de la Odisea de Lion
Feuchthwanger de 1950, los marineros de Odiseo, convertidos en cerdos por un
hechizo de la bruja Circe, disfrutaban de su nueva condición animal. Durante
días, resistieron a la desesperada los intentos de Odiseo de romper el hechizo.
Se negaban a retomar su forma humana. Odiseo, confundido, se acercó a los
cerdos para comunicarles que había encontrado unas hierbas mágicas capaces de
deshacer el conjuro de Circe. Los marineros-devenidos-cerdos, al escuchar la
proposición, corrieron despavoridos a esconderse. Tras muchos intentos, Odiseo
consiguió atrapar a uno y lo frotó con las hierbas mágicas. El cerdo recuperó
la forma del marinero Elpénor. El liberado, un marinero como cualquiera,
insiste Feuchthwanger, común y corriente desde todo punto de vista, “igual a
todos los demás, ni especialmente dotado para la lucha ni notable por su
ingenio”. Elpénor, contrariamente a lo esperado, atacó furiosamente a su
“liberador”:
“¿Así que has vuelto, granuja
entrometido? ¿Otra vez a fastidiarnos y a molestarnos? ¿Otra vez a exponer
nuestros cuerpos al peligro y a obligar a nuestros corazones a tomar nuevas
decisiones? Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango y retozar al
sol, podía engullir y atragantarme, gruñir y roncar, libre de dudas y razones…
¡A qué viniste! ¿A arrojarme de nuevo a mi odiosa vida anterior?”
Este texto nos
transmite la idea de que seria mejor y menos doloroso una vida sin libertad,
sin la oportunidad de tomar nuestras propias decisiones. Una vida menos humana
y más animal. En ese sentido seriamos mas realizados mientras mas animales
seamos. Particularmente no coincido con el mensaje del espurio texto citado. He
manifestado que la realización del hombre
tendría como condición previa su
liberación. Antes se presenta una pregunta con
tinte valorativo: ¿La liberación o emancipación humana, es o
debe valorase positiva o negativamente?
Considero que la libertad humana, en sus diversas formas, es condición básica
para el desarrollo del hombre y de los
medios para lograrlo. Si se responde negativamente, entonces ya no estaríamos
en un plano humano, para dar paso a lo animal; y esta reflexión, sobre la
realización humana, no tendría sentido. Por ello, es menester preguntarnos ¿En
qué consiste la liberación humana? Consiste en superar toda situación de
aquello que representa una necesidad para el hombre y convertirla en
contingencia. Dicho en otras palabras, consiste en hacer de lo necesario e
inevitable algo evitable o elegible, de acuerdo a los intereses del hombre. Estos
intereses tienen un carácter histórico, no son homogéneos, puros y universales.
Por eso la liberación humana también tiene un carácter histórico.
En la sociedad
capitalista se da un gran paso, al considerar al hombre como ser racional y
libre; autónomo. El problema es considerar esta situación en abstracto, como si
la razón fuera “una razón pura”, compartida por todo “individuo”, haciéndola de
este modo universal. No se consideró que “la razón es un producto
histórico; los sentido son un producto histórico también” (JAIME LABASTIDA PG.
9). Es decir la razón y la formación de los sentidos es obra de toda la
historia universal anterior. “La razón
es un instrumento de sobrevivencia, el más eficaz que tiene el hombre. El
hombre es además un ser social (…) La razón entonces es un instrumento de
sobrevivencia del grupo social. Las distintas situaciones geográficas,
históricas, sociales determinan la manera cómo ha de usarse la razón” (ANTONIO
PEÑA CABRERA PAG. 193). Es sólo con la razón que el hombre puede ser consciente
de sí mismo y de lo objetivo, de sus emociones, sentimientos, de su
subjetividad y de su entorno, de la realidad, de su creación. Es más, la
libertad solo es posible mientras exista
la razón. Pues la razón constituye en el hombre lo que en otra especie los
instintos: ser una garantía del éxito y el valor de nuestras acciones en el
mundo. En lo más elemental, permite
elaborar fines y medios; así una de las formas histórico- sociales de existir
es, como razón instrumental.
En la libertad, como acción práctica, se manifiesta aquello que diferencia al hombre
del animal. El hombre es un ser transformador, a pesar de que existen
seres que con sus movimientos generen cambios en la
naturaleza. Pero a diferencia de todo ser vivo, el hombre puede transformar su
realidad de modo consciente. A dicha conclusión llegó Marx al plantear en sus Manuscritos… “La creación
practica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es
obra del hombre como ser consciente de su especie…Cierto que también el animal
produce…Pero sólo produce aquello que necesita directamente para sí o para su
cría; produce de modo unilateral, mientras que la producción del hombre es
universal; sólo produce bajo el acicate de la necesidad física inmediata,
mientras que el hombre produce también sin la coacción de la necesidad física,
y cuando se halla libre de ella es cuando verdaderamente produce… ”. Es decir, solo el hombre es capaz de
transformar su realidad en base a ciertos fines, cosa que no hace un animal.
Por todo ello,
el texto apócrifo citado líneas atrás, representa un panegírico a
la deshumanización y cosificación del
hombre. Situación que solo puede ser defendida por aquellos que se benefician
de esta situación o por aquellos que están cosificados.
Sobre “la cosificación”
Entiéndase por el concepto “cosificación”, en
su forma elemental, “…un proceso
cognitivo por el cual algo que en sí no posee propiedades de cosa – por
ejemplo, algo humano – es considerado como cosa (AXEL HONNETH. pág. 24)”. Pero este proceso tiene su
explicación en bases históricas- sociales. Solo es a partir de las sociedades
capitalistas (o modernas) que puede darse este fenómeno. El ser humano – sujeto, transformador
del objeto, pasa a ser un sub-objeto dominado por el fantasmal objeto
humanizado. En sus relaciones, el sujeto, se coloca ante otro y lo contempla
solo como objeto de una transacción beneficiosa. Es decir, en
las sociedades capitalistas las relaciones humanas y las diversas
manifestaciones humanas se van tornando poco a poco más cosificadas; dado que
la lógica necesaria con la cual
funcionan estas sociedades se hacen cada
vez más holística y profunda. Esta lógica o mecanismo es el de “intercambio de
mercancías” o intercambio de bienes, difundida y convertida, socialmente, en el
modo predominante del accionar intersubjetivo. Este “intercambio de mercancías”
cosifica desde la producción de la
mercancía hasta su consumo. Se presenta
en todos los niveles y aspectos de la vida humana. Reduciendo al hombre y su
razón a su aspecto más básico, la razón
instrumental. Y considerando a esta ultima como la única valida. Determinando
de este modo los demás aspectos de la vida humana como son; el arte, la
política, la educación, el amor, el conocimiento, etc. Cosificando todo lo humano, mercantilizando los diversos
aspectos del hombre. Haciendo del hombre un ser que más que ser le interesa tener, tener un objeto, un beneficio; un bien. Dejando a su
subjetividad sin subjetividad; haciendo de la lógica de intercambio de
mercancías, su lógica subjetiva. Así podemos decir con Marx “Lo animal se
convierte en lo humano y lo humano en lo animal”, “…el hombre sólo se siente como un ser que obra
libremente en sus funciones animales, cuando come, bebe y procrea o a lo sumo,
cuando se viste y acicala y mora bajo un techo… [ éstas funciones] son
indudablemente humanas… Pero, en la
abstracción, separadas de todo el resto de la actividad humana, convertidas
en fines últimos y exclusivos, son funciones animales”.
Conclusiones
En consecuencia,
en la sociedad capitalista se presenta
una contradicción. Por un lado hace al hombre mas independiente y más
critico, otorgándole una mayor confianza en sí mismo; y sobre todo con mayor
posibilidad, en cuanto a condiciones, de poder actualizar sus potencialidades.
Pero por otro lado lo hace más aislado, más solo y atemorizado; y sobre todo con
la gran posibilidad de que se adhiera a ese proceso de cosificación. La superación de esta contradicción, pienso,
no esta en esta misma sociedad; sino por el contrario el la superación de esta.
Pues en una sociedad donde predomine la exaltación y endiosamiento de la
mercancía, no podrá dejar de existir una lógica de intercambio de bienes. Una
verdadera realización humana tiene que pasar por una liquidación de
aquellos mecanismos que impiden su
realización. Si no es así, la pretendida realización será solo eso: una realización falsa, fundada en una certeza disfrazada.
Certeza que contiene tras su velo, una defensa de la lógica de mercancías, por
ende una apología al capitalismo y un ocultamiento de una verdad y a la vez un
hecho, esto es, a saber que: “A medida que se valoriza el mundo de las cosas se desvaloriza, en razón directa, el mundo de los hombres”.
Lo que concluyo,
de modo general, es que la verdadera o autentica realización del hombre tiene
por condición su emancipación. Y esto no
se puede dar en un sentido abstracto y ahistórico sino por el contrario en una
situación concreta. Solo se logrará una realización humana genuina mientras
el hombre se haya liberado o al menos sea consciente del proceso de cosificación del cual forma parte y es
participe. Mientras no se dé el caso, su “pretendida realización” será solo
eso: una situación aparente de realización
o una realización que no es su
realización. Por el contrario, quienes pretenden negar esta verdad, defendiendo
el carácter “anticuado” de esta temática, no se percatan – o no quieren hacerlo -- ni se asoman a tomar conciencia que, al
hombre al cual pretenden describir y del cual hablan es en realidad, aquel hombre reificado;
cosificado. Tratando de esa manera de poner una situación histórica como
situación universal, eximiéndose de
explicar la real situación del asunto. Tratando de poner una situación
histórica como post-histórica.
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